LOS MORTEROS DE LABORATORIO

Un utensilio versátil con una larga historia

Los morteros, compuestos de un recipiente y una mano, son un utensilio de importancia histórica cuyos orígenes se remontan a culturas de hace más de 20.000 años según algunos estudios. A lo largo de la historia, los morteros, que permiten aplastar, majar o mezclar ingredientes (incluyendo alimentos como hierbas y semillas o sustancias farmacológicamente activas), se han utilizado para fines culinarios, medicinales, e incluso ceremoniales.

Algunos de estos usos se mantienen hasta la actualidad, como evidencian la preparación tradicional de alimentos como el guacamole o el pesto, al igual que el uso de morteros en la formulación magistral en las farmacias u otros usos científicos.

Hoy en día, gracias a su versatilidad y lejos de haberse puesto obsoletos por el avance tecnológico, los morteros de laboratorio siguen siendo herramientas esenciales en una amplia gama de disciplinas científicas.

En este artículo, profundizaremos en las características y aplicaciones de los morteros de laboratorio.

Mano (a la derecha) y recipiente (a la izquierda) de un mortero de laboratorio.

Características de los morteros de laboratorio

Los morteros son un conjunto de dos componentes: un recipiente (la base), por lo general de forma cóncava, más o menos hondo, y una mano (la parte móvil), normalmente alargada y con una forma cilíndrica o cónica. La mano y el recipiente suelen ser del mismo material, el cual puede variar ampliamente, tal y como veremos más adelante. Además, hay morteros que disponen de un pico en el borde superior, el cual facilita el vertido de la muestra.

La forma del fondo del recipiente suele ser redondeada, cosa que es importante para conseguir una trituración efectiva. Esta forma permite un acceso adecuado de la mano a la muestra y evita la pérdida de material que podría ocurrir en bordes menos accesibles.

Una característica común en muchos morteros es la superficie lisa, a menudo pulida. La baja porosidad evita que se queden restos de muestra en grietas de la superficie, lo que no solo minimiza la pérdida de material, sino que también reduce el riesgo de contaminación cruzada entre diferentes muestras. Además, la lisura de la superficie facilita significativamente el proceso de limpieza, imprescindible después de cada uso.

Como es fácil de imaginar, las funciones principales de los morteros son triturar, moler y mezclar diferentes materiales, lo cual se logra mediante la aplicación de presión y movimientos con la mano del mortero.

Algunos ejemplos de uso y aplicaciones

Los morteros de laboratorio tienen una amplia gama de aplicaciones que abarcan diversas disciplinas científicas. Los siguientes ejemplos no constituyen una lista exhaustiva, pero incluyen algunos de los usos más comunes de los morteros de laboratorio.

Usos farmacéuticos
Es muy común el uso de morteros en el ámbito farmacéutico, especialmente en la formulación magistral (la fabricación de un medicamento individualizado por el farmacéutico). Los productos farmacéuticos, tanto principios activos (sustancias con efectos farmacológicos) como excipientes (componentes auxiliares) se muelen y mezclan para obtener una mezcla homogénea y un tamaño de partícula adecuado.

Preparación de muestras
En muchos casos, antes de llevar a cabo un determinado experimento, es necesario descomponer, majar, mezclar u homogeneizar muestras, lo cual se puede realizar fácilmente con un mortero de laboratorio.

Pulverización de materiales duros
Ciertos experimentos requieren la obtención de un polvo fino a partir de materiales duros, por ejemplo, ciertos cristales o minerales. En estos casos es muy importante utilizar un mortero con una dureza lo suficientemente elevada, apta para el tipo de muestra que se pretende pulverizar.

Diversidad de materiales

En la antigüedad, los morteros se elaboraban principalmente con piedras, maderas, cerámicas o ciertos metales. Desde entonces, los materiales utilizados para su fabricación se han ido mejorando y diversificando, y hoy en día hay morteros disponibles en una gran variedad de diferentes materiales, adaptados a los diversos usos de laboratorio.

Cada uno de los materiales disponibles presenta sus características y ventajas. La elección del material adecuado es de gran importancia, ya que el uso de un material inoportuno no solo puede impedir lograr el resultado buscado, sino que puede incluso dañar el mortero (por ejemplo, si se manipulan sustancias demasiado duras, frías o calientes, etc.).

A continuación, comentamos algunos de los materiales más comunes hoy en día para morteros de laboratorio, y sus respectivas características y ventajas.

Porcelana
Para la fabricación de morteros de uso general, la porcelana es un material ampliamente utilizado, gracias a su resistencia a la corrosión y a temperaturas elevadas. Su superficie suele ser lisa y de baja porosidad, lo cual facilita la limpieza y previene la contaminación cruzada entre muestras. Se trata de un material autoclavable, el cual además suele tener precios económicos, cosa que convierte los morteros de porcelana en una de las opciones preferidas.

Vidrio
Los morteros de vidrio son otra opción muy común, ya que este material presenta una serie de ventajas, tales como su alta resistencia química y térmica. Además, la transparencia del vidrio puede ser una característica buscada en ciertos casos, ya que esta permite la visibilidad de la muestra. Por lo general, el vidrio es fácil de limpiar y, además, es un material de precio accesible.

Acero inoxidable
El acero inoxidable es otro material interesante que presenta una serie de ventajas. Los morteros fabricados en acero inoxidable ofrecen una alta resistencia mecánica y durabilidad y, adicionalmente, muestra una alta resistencia al calor y a una variedad de sustancias químicas. La superficie lisa del material evita contaminaciones cruzadas y garantiza una fácil limpieza, al igual que su autoclavabilidad.

Ágata
El ágata es una variedad de cuarzo (SiO2) microcristalino de elevada dureza. Los morteros fabricados en ágata son muy útiles para ciertas aplicaciones específicas de laboratorio. Entre las ventajas se encuentran la gran dureza (con un valor de 7 según la escala de Mohs) y una elevada resistencia a la abrasión, la cual permite la trituración incluso de muestras de alta dureza, tales como algunos minerales. Además, el material es fácil de limpiar y autoclavable.

Alúmina La alúmina es otro material interesante a partir del cual se fabrican morteros de laboratorio. La alúmina es el óxido de aluminio (Al2O3) e, igual que el ágata, muestra una gran dureza (con un valor de 7 según la escala de Mohs) y una elevada resistencia térmica. A diferencia de muchos otros materiales, incluso es capaz de resistir temperaturas extremadamente bajas, por lo cual es apto para el manejo de nitrógeno líquido (LN2). El nitrógeno, un gas bajo condiciones ambientales (el componente mayoritario del aire atmosférico), se convierte en líquido a -195,8 ºC, una temperatura tan baja que puede causar la rotura de muchos materiales, por lo que solo se debería manipular con materiales (como la alúmina) cuya aptitud se conoce. Además, los morteros de alúmina son autoclavables y de fácil limpieza.

Conclusión: un utensilio antiguo con mucha relevancia actual

En resumen, los morteros de laboratorio son instrumentos de laboratorios versátiles y fundamentales en la manipulación y preparación de muestras en diversos campos científicos.

Tal como hemos comentado en este post, es importante tener en cuenta que no todos los materiales de los morteros serán aptos para todas las muestras y todas las condiciones experimentales. Por lo tanto, es muy importante tomar en cuenta la diversidad de materiales disponibles a la hora de elegir el tipo de mortero más adecuado.

Gracias a su capacidad para triturar, moler, mezclar y homogeneizar muestras, los morteros no solo son una antigua herramienta de uso significado histórico, sino que siguen siendo un instrumento ampliamente utilizado hoy en día, tanto en laboratorios como en otros ámbitos.

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